El adelanto publicitario de la película “Sonríe”, hecho días previos al estreno mundial en cines, parecía indicar que estaríamos ante una película más de maldiciones (El aro, Verdad o reto, entre otras) que van pasándose como en un boca a boca (literal para este caso). Sin embargo, el director Parker Finn, en su ópera prima de terror, no cae en eso y nos propone un interesante argumento que, sin alcanzar a redondearlo, presenta por momentos un recorrido por lugares oscuros de la mente humana.
La película trata de la psiquiatra Rose (Sosie Bacon) con una aparente gran vocación médica por la salud mental de sus pacientes, pero que en realidad responde, como en muchos comportamientos humanos, a un oculto trauma de infancia que sale a flote y detona un día, cuando recibe a una paciente (Caitlin Stasey) víctima de una reacción psicótica quien manifiesta convencida que un ente la acosa y que se presenta en la forma de cualquier persona con una sonrisa perturbadora. Al tratar de tranquilizarla, la mujer se suicida ante Rose y así le transfiere y empieza la maldición en la psiquiatra.
Si bien la historia muestra claramente varios elementos de otras películas del género, consigue acomodar bien los recursos prestados para alcanzar un argumento propio que se sostiene de manera aceptable durante gran parte de la película.
Otro punto para resaltar es que a diferencia del cine japonés (El Aro) y su influencia en otras producciones norteamericanas, no apela a silencios y a lo invisible para provocar terror, por el contrario, la dirección utiliza lo opuesto, recurre a la abundancia de imágenes y música aterradoras para sobresaltar las butacas en momentos claves.
A pesar de que se trata de sustos facilistas, la película logra transmitir la sensación paranoica de los personajes a la platea. En este aspecto recae el mérito en la convincente actuación de la protagonista Sosie Bacon, quien saca adelante un guion con sus deficiencias (exabrupto y desproporcionado desarrollo de la maldición y ausencia de otros personajes que hagan interesante la historia).
Con un inicio interesante y que captura, la película termina cansando, los ruidos intempestivos que al principio sobresaltan terminan perdiendo su efecto, lo mismo con las escenas que también dejan de perturbar hasta el punto de desear que la supuesta entidad o monstruo aparezca ya, y al demorarse tanto, ya no da miedo.
En síntesis, “Sonríe” no llega a ser excepcional, pero tampoco es mala. Como ya se dijo, lo destacable está en las iniciales escenas perturbadoras que logran sobresaltar a los espectadores, pero, sobre todo, lo mayor a resaltar está en la propuesta del guion: acercarnos al trauma como argumento o historia que no se ha utilizado o destacado en otras producciones del género de terror, que ojalá sea retomado por el director u otros directores para ahondar mejores propuestas y quizá, la platea además de asustarse salga de la sala y tenga al dormir en sus casas algunas pesadillas.