CUANDO LA LITERATURA SE ENFRENTA A LA CIENCIA
A propósito de los 200 años del nacimiento de Dostoyevski
Un día como hoy, hace 200 años, nacía en Moscú Fiódor Dostoyevski. Esta fecha y la biografía y trayectoria de este gran escritor ruso da para muchos artículos, quizá todos desde el punto de vista de la literatura. Pero la siguiente nota solo se centrará de un lado poco conocido de Dostoyevski: su formación de ingeniero, como deviene a literato y cómo deviene en la paradójica visión que tenía de la ciencia.
El padre de Dostoyevski quería que él y su hermano se formaran en una carrera lucrativa, sin embargo Fiódor quería ser escritor. Terminó sus estudios en cinco años, y haciendo caso a su padre se recibió de ingeniero militar en Moscú, lo cual soportó hasta 1844 cuando renunció a su trabajo y se dedicó radical y plenamente a la creación literaria.
Dostoyevski había estado cercano a los occidentalistas, que deseaban la entrada de Rusia en la modernidad y la industrialización. No obstante después del cautiverio en Siberia por participar en un movimiento contra el Zar Nicolás I, se convierte en eslavófilo o defensor de la tradición rusa y se convierte en un férreo opositor al nihilismo y al socialismo de la época.
De ingeniero, a literato y crítico de la ciencia, la tecnología, la medicina, la biología
Una vez que abandona del todo la ingeniería para dedicarse a la literatura, Dostoyevski se opone a lo que llama civilización, que ve como un materialismo indeseable. Y el rechazo a la civilización occidental le lleva a criticar la ciencia y la tecnología.
En "Los hermanos Karamazov" (1879-80), el monje Zósimo denuncia las condiciones de trabajo que impone la revolución industrial. Y se rebela contra el consumismo, que hace nacer en el hombre “multitud de deseos insensatos, de costumbres y de imaginaciones absurdas.”
En “El idiota” el demonio es representado por los ferrocarriles. Lebedev (uno de los personajes de la obra) los critica y añade que “todo este talante de nuestros últimos siglos, todo en general y en conjunto, científica y prácticamente, es posible que efectivamente esté maldito.”
De vuelta a "Los hermanos Karamazov". Iván, uno de los hermanos, afirma que si Dios ha creado la Tierra lo ha hecho "según la geometría de Euclides, y no ha dado al espíritu del hombre más que la noción de tres dimensiones del espacio." Critica a los “geómetras y filósofos” que lo ponen en duda y “hasta se atreven a suponer que dos paralelas, que según las leyes de Euclides no se pueden encontrar nunca encima de esta tierra, podrían encontrarse en alguna parte, en el infinito”. Él nunca lo admitirá.
Otro hermano Karamazov, Dimitri, la emprende con Claude Bernard, el creador de la medicina experimental, y su nombre llega a ser un insulto. Se queja de su abogado: “Es un canalla de los finos, de la capital; ¡un Claude Bernard!”
Dimitri critica la visión mecanicista del organismo humano y de la percepción: “he aquí cómo se efectúa la percepción, el pensamiento viene después... porque tengo fibras, y no porque tenga un alma creada a imagen de Dios; ¡qué tontería!” Y añade que Dios “le da lástima” porque parece que quien manda es “la química, hermano mío, ¡la química!" “No hay nada que hacer, reverendos padres; apartaos, que pasa la química.” También es cáustico con la medicina de la época, porque en la conversación de Iván con el diablo, este dice que los médicos saben diagnosticar la enfermedad, pero no curarla. Y que no hay médicos como los de antaño, que trataban todas las enfermedades, sino especialistas. Ironiza sobre la “superespecialización”: “si estás enfermo de la nariz te envían a un médico de París que solo te curará la fosa derecha, porque la izquierda no entra en su especialidad.”
Y finalmente, en otra de sus grandes obras “Memorias del subsuelo”, en la primera parte el narrador se resigna: “Cuando, por ejemplo, te demuestran que vienes del mono, debes aceptarlo y dejar de enfurecerte”, porque no tienes nada que hacer, puesto que “dos por dos... es matemático. Intenten contradecirlo.” Sin embargo añade que no le gustan las leyes de la naturaleza: "ni estas leyes, ni el dos por dos son cuatro." Se avanza a los algoritmos que toman decisiones: cuando se hayan descubierto las leyes que guían el comportamiento, los actos “se codificarán conforme a estas leyes, es decir, conforme a las matemáticas, al estilo de las tablas de logaritmos hasta el 108.000” (¿premonición hecha realidad?)
Este pequeño homenaje a Dostoyevski es un pretexto para mostrar cómo ciencia y literatura se comportan a menudo como paralelas en un espacio no euclídeo y acaban encontrándose, aunque Dimitri no lo admitiría nunca.