«DI PRIMERO LO QUE LA GENTE QUIERE OÍR…YA HABRÁ TIEMPO PARA DECIR, LA VERDAD, O NO DECIRLA».
En momentos en que la palabra de los políticos y más aún cuando llegan al poder parece indicar que no les importa.
Hoy termina un nuevo día, que además corresponde al “Día del Periodista” en el Perú. Profesión, que al igual que en la literatura, la palabra juega un rol esencial, imprescindible; aunque en el caso de los periodistas la palabra tiene que basarse en la realidad (verdad) mientras que en los escritores no necesariamente, pueden utilizarla para la ficción, sin embargo, en ambos casos no está permitido mentir.
A propósito de esta fecha y sobre todo de la situación política actual que vivimos donde la palabra de “maestro” de campaña, ahora en el gobierno y en general de políticos está envuelta en cuestionamientos, me trae a memoria el diálogo de una película norteamericana en un canal de pago que vi hace un tiempo, y la tomé para redactar el titular de mi columna.
En la mencionada película americana uno de los personajes, un asesor ante escándalos y denuncias contra su político asesorado le dice: «Di primero lo que la gente quiere oír… Ya habrá tiempo para decir la verdad».
La política peruana y también a nivel internacional supera a la ficción. El recurso de mentir, no decir las cosas claras u ocultar información (que al fin y al cabo es también una estrategia para engañar) son formas normalizadas de comunicar en políticos, periodistas, empresarios y como sociedad en general.
“Que la Asamblea Constituyente va”, “No voy a convocar a la Constituyente”, “Si a la nacionalización”, “Primero renegociaremos luego veremos si nacionalizamos”, “Va la cuestión de confianza”, “la censura y la cuestión de confianza son mecanismos de balance de poderes.”
Hace falta ser ingenuo o cegado por el oficialismo para no admitir que el concepto de VERDAD es hoy algo variable, amoldable, manipulable, interpretable.
Si tuviéramos la oportunidad de preguntar a un político enjuiciado: «¿Jura usted decir la verdad, solo la verdad y nada más que la verdad?», nos respondería que sí, pero mirándonos la cara de tontos, seguro con todo el cinismo o “normalidad” en su cabeza diría: ¿qué verdad quieres que te diga?
La verdad es hoy un valor de conveniencia.
Puede ser un tema de discusión, pero los hechos (cada vez más abundantes) indican que lo evidente no es muy discutible y esta es una evidencia constatada en nuestra vida. En todos los estamentos y situaciones.
Para graficar lo que afirmo me voy a limitar a reproducir unos párrafos del libro de Ayn Rand «La rebelión de Atlas». Proceden de un diálogo entre un científico y una mujer empresaria.
Empresaria: -«Estamos tratando un asunto científico».
Científico: -«¿Científico? ¿No estará usted confundiendo los términos? Solo en el reino de la ciencia pura, la verdad es un criterio absoluto, pero la ciencia aplicada y la tecnología están relacionadas con gente. Y cuando se trata con el público, intervienen consideraciones al margen de la verdad.»
Empresaria: -«Aceptaron su declaración, pero es una mentira».
Científico: -«¿Cómo es posible manejarse con la verdad cuando se trata de la gente? Las cuestiones relacionadas con la verdad no guardan relación con los asuntos sociales.
Empresaria: -«Entonces, ¿qué guía las acciones humanas?»
Científico: -«Las necesidades del momento, respondió el doctor encogiéndose de hombros»… «Así es la vida social. Alguien ha de sacrificarse, a veces injustamente, pero no existe otro modo de vivir en sociedad. ¿Qué se puede hacer?»
Todos (o casi todos) “pueden” mentir entonces, pero quienes no pueden (o deben) hacerlo, además de los periodistas, son los maestros, científicos, médicos, jueces, policías, y los padres y madres. Así seamos cada vez menos, no podemos mentir, de lo contrario ¿quiénes seguirán dando pelea?
En un día más del periodista en el Perú, nada que celebrar, mucho que seguir luchando.