Hace unos días, Londres fue el epicentro de la buena nueva en estos nefastos tiempos de pandemia porque oficialmente en el Reino Unido se inició la vacunación pública contra el COVID -19. Sin embargo, hoy, la noticia mundial fue que en el mismo lugar donde se encendió la luz de esperanza para acabar con el virus, pareciera que se apaga. Los medios de información anunciaron que acaba de identificarse una nueva cepa del Coronavirus, hasta 70% más contagiosa. Es como si todo el año nos la pasamos viendo una película de terror y cuando creíamos que el monstruo o el demonio ya fue vencido, aparece de nuevo para contraatacar con un nuevo zarpazo y llevarnos al más allá.

De hecho, lo que los medios vienen informando y la gente en las redes sociales viraliza -para variar-, técnicamente no es exacto. Lo que se ha detectado no es realmente una cepa -o al menos hasta donde se sabe o se SEPA-, por el momento es solo una variante del odioso Coronavirus. Tampoco se puede afirmar con contundencia cuán contagiosa es realmente. ¿70%, 60%, 50%? no se sabe. En pocos días no se puede medir un hecho, ES POCO TIEMPO PARA EXPLICARLO CIENTÍFICAMENTE, o mejor dicho para explicarlo de forma SERIA Y RESPONSABLEMENTE.

Todos los virus mutan, sin excepción alguna. Es más, todo tipo de vida muta, los animales (sobre todo los animales políticos) y, por lo tanto, nosotros los seres humanos también. Por ejemplo, el hecho de que la mayoría de nosotros al tomar leche, yogur, queso o cualquier otro derivado lácteo o producto con lactosa no nos hinchemos de gases, felicitaciones, es porque contamos con una capacidad mutante (cosa que no le pasa lamentablemente a otro tanto de gente). Originalmente no teníamos esa característica hasta que, en algún momento, alguien de nuestros ancestros la desarrolló, transmitió ese poder mutante a sus hijos, esos hijos a los hijos de sus hijos hasta llegar a nosotros.

Bueno, con los virus es similar. De hecho, en general, los virus mutan muy rápido y a veces mutan tanto, que sus poderes cambian a un nivel en que ya no se les puede considerar una variante, sino que pasan a denominarse una cepa distinta. Un equipo de investigadores de la Universidad de Glasgow aclara que, si bien el Coronavirus tiene diversas mutaciones, estas aún no implican un cambio funcional del virus, es decir, hasta el momento SOLO TENEMOS UN TIPO DE COVID CIRCULANDO POR EL PLANETA.

En el caso de la influenza, por ejemplo, cada año hay que cambiar la vacuna porque el virus muta tanto hasta convertirse en una nueva cepa. No es el caso del Coronavirus, que desde que apareció, por cierto, tiene miles de variantes, miles de pequeñas mutaciones que son irrelevantes, porque no cambian o mutan significativamente la estructura y funcionamiento del virus como para alegremente llamarlo nueva cepa. Es como si el mencionado poder mutante de consumir lácteos sin ir por ahí desfogando flatulencias, lo utilicemos de razón para que nos recluten como uno de los Xmen. ¿Se imaginan la cara y el gesto de desagrado que pondría Charles Xavier si nos atreviéramos a semejante despropósito?

Entonces ¿por qué esta variante, NO NUEVA CEPA del Covid ha encendido las alertas del mundo, si hay miles de variantes?, ¿cuál es el problema? Bueno, porque hasta un 62% de los nuevos contagios registrados en Londres responden a esta nueva variante que se ha convertido en la dominante. 

Algunas de sus mutaciones parecen que la HACEN MÁS CONTAGIABLE, NO MÁS LETAL, NO MÁS GRAVE. Sin embargo, una variante más transmisible reviste mucha importancia porque si no se atiende con previsión o peor aún, en un contexto donde se baja la guardia (reactivación económica, de fronteras, masiva concurrencia en lugares cerrados, no uso de mascarillas, y demás medidas de bioseguridad como viene pasando en el mundo y en el Perú) puede representar que los hospitales vuelvan a colapsar. Por lo tanto, que esta nueva mutación del virus NO SEA MÁS LETAL, NO LA HACE MENOS PELIGROSA.

Una medida rápida (aunque podría no ser tan efectiva) tomada por el presidente Sagasti hoy, como lo ha hecho su similar de Chile, ha sido suspender el ingreso de vuelos provenientes de Londres y Europa por un plazo de 14 días. Si se toma en cuenta que esta mutación del COVID está circulando desde octubre, quizás habría que ampliar esa restricción un par de meses, por lo menos.

Por cierto, eso de que esta variante está en circulación desde octubre, se tumba las especulaciones de que tiene que ver con la vacuna. No, no tiene nada que ver, no es que esta variante (no cepa) ha saltado de la vacuna (tranquilos por favor conspiranoicos). De hecho, la vacuna de Pfizer, ni siquiera funciona así. Es una vacuna de ARN, no es una vacuna convencional que inyecta el anticuerpo al cuerpo humano, sino que es una vacuna que le enseña a nuestro organismo a producir anticuerpos, es decir lo que nos inyectan son instrucciones. Todo esto puede resultar sorprendente de ribetes de ciencia ficción, pero tampoco es para que anden viralizando versiones de que las vacunas reprogramarán nuestros cerebros y nos harán autómatas del gran orden mundial que quiere instaurar Bill Gates.

Es por ello que la vacuna de Pfizer y las otras en realidad, todavía sirven, esta variante no es todavía suficientemente diferente como para contrarrestar las instrucciones de la vacuna. Sin embargo, es necesario decir que algo así sí podría pasar, no es algo imposible, pero en un futuro que no se puede poner fecha o proximidad (puede ser próximo o lejano). La mayoría de especialistas ven que al ritmo que muta este virus, tendrían que pasar meses e incluso años hasta que mute de una manera tan significativa para que la vacuna deje de servir.

El problema para nosotros es que van a pasar meses e incluso años, hasta que todos en el Perú estén vacunados. Así que no nos queda otra que cuidarnos más que nunca, tampoco hay forma de saber si la variante británica ya está en suelo peruano.

Con la muchedumbre saliendo a la calle a hacer compras navideñas, publicando en Instagram sus planes y fotos de viajes a las playas del norte, con todas las UCI ya ocupadas, con tantas reuniones de fin de año ocurriendo en lugares cerrados, con el rebrote generalizado en más de la mitad de las regiones del Perú, no se va a necesitar una nueva cepa para que la segunda ola ocurra ya, A CUIDARSE NO MÁS.

Y por último, si están cabezones en qué regalar esta navidad, regalen y regálense UN OXÍMETRO, ese aparatito en forma cuadrada que se coloca en el dedo y que sirve para medir el nivel de oxígeno corporal. Con ello sabrán si sus niveles de oxígeno y de sus seres queridos está bajo de 94% tendrán que buscar ayuda; a estas alturas de la pandemia y de una próxima segunda ola, eso lo sabe todo el mundo (o debería saberlo) ¿no?

Parafraseando a Angela Merkel: "si esta navidad y fin de año termina siendo el último de nuestros padres o abuelos porque les contagiamos Covid y se murieron, no solo fallamos como individuos, sino que fallamos como humanidad".