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DE LA ESTUPENDA SERIE DE FICCIÓN POLÍTICA DANESA BORGEN, A LA POLÍTICA REAL PERUANA

#ElPanoramaEsDesolador

Publicado: 2020-10-12

Si hubiera que escoger una serie en Netflix en estos tiempos de politización y politiquería entre el Ejecutivo y el Congreso, y sobre todo por la época electoral que se avecina en el país, esa es Borgen, magnifica producción de la televisión pública danesa (mientras que, en este lado del mundo en nuestra televisión peruana, sin comentarios). La serie retrata el parlamentarismo danés y la relación entre el poder político y los medios de comunicación a través de la Primera Ministra, su asesor de prensa y una periodista.

Su verosimilitud, equilibrada trama, calidad en el guion y la producción, solventes y excelentes actuaciones de todo el elenco y tratamiento de las relaciones de poder, desde el primer capítulo hasta el número 30 de sus tres temporadas, capturan no solo la atención, sino también provocan la reflexión en el espectador, y por qué no decirlo, dejan sentimientos encontrados: envidia (sana) por lo que los daneses comprenden por hacer política; bronca al comparar con lo que sucede en nuestra realidad y también ilusión (¿ingenuidad?) de poder alcanzar algo parecido en el Perú (¿se podrá algún día?).
Borgen es una serie de ficción tan interesante y a la vez realista sobre cómo una mujer llega al poder en Dinamarca y cómo el poder la transforma, y el televidente termina pensando y asumiendo que Birgitte Nyborg (estupenda Sidse Bebett en el rol protagónico) es o no la primera ministra danesa (inevitable googlear para averiguarlo), entre otras cosas porque la subida al gobierno de Helle Throning-Schmidt (la Primera Ministra en la vida real), por coalición de partidos un año después de la emisión de la primera temporada (2011), hizo de la serie todo un fenómeno de premonición.

Sidse Bebett en el papel de la Primera Ministra Birgitte Nyborg

En Borgen, se aborda y explora, a partir de la figura de Nyborg, las complejidades de un sistema político diametralmente opuesto a lo que sucede en realidades políticas como la peruana y Latinoamericana, y las distintas maneras (impensables para nosotros) de dominarlo: negociando, consensuando no solo entre el partido que está en el poder, la oposición y las principales minorías, sino con todos los partidos (incluso el que tiene la menor cantidad de escaños en el Parlamento, si no hay acuerdo, no hay gobierno).
Se trata de una gran ficción, que a pesar de mostrar que los problemas de Dinamarca no se parecen para nada con nuestros problemas y urgencias peruanas y latinoamericana (en términos de pobreza, salud, educación, seguridad, etc), muestra la política en toda su complejidad, la importancia de la comunicación política en tiempos de videopolítica y big data, la negociación, el machismo y la misoginia aún en los partidos más progresistas, la traición a los principios, los medios y los fines, pero sin ser ajena a nada de lo humano.
Para los que no lo saben, Dinamarca es una monarquía parlamentaria, como varias que aún quedan en Europa, en donde “el rey reina, pero no gobierna”. En el caso de los daneses hay algo más singular aún, que para nosotros puede parecer ficción, pero para ellos es una realidad: todos los poderes están reunidos en un mismo edificio; el castillo de Christiansborg (de ahí el nombre de la serie, “Borgen” como se conoce coloquialmente el lugar donde se gobierna en el país escandinavo).

La convivencia y coexistencia política danesa es real, aquí en Perú es ficción, IMPOSIBLE.

Imaginémonos por un momento que el actual Ejecutivo y el Congreso peruano estuvieran en un mismo lugar, para los nórdicos eso es normal, el Primer Ministro se cruza con los líderes de los partidos políticos en el poder, con los parlamentarios de derecha, de izquierda, de centro o moderados, ecologistas, feministas, liberales, conservadores; se saludan, se hablan, se reúnen, se dicen sus verdades cara a cara y ante la prensa, negocian, consensúan y llegan a acuerdos de gobierno.
“Imaginémonos por un momento que el actual Ejecutivo y el Congreso peruano estuvieran en un mismo lugar, para los nórdicos eso es normal… Imposible para el caso peruano”
Pero esa hiper concentración danesa que se traduce en gobernabilidad (o que la obliga) establece una gravedad para nada fácil, por el contrario, exige muchos costos en las relaciones que ahí suceden, y también en las vidas personales de todos los que recorren los pasillos de Borgen. Por lo tanto, el costo es alto. Esa energía es la clave de la serie, permite mostrar en cada uno de sus capítulos que es capaz de convertir cualquier anécdota en drama, rendición o derrota, y también en potencialidades u oportunidades aprovechadas o desaprovechadas. Nuevamente qué tal lección de hacer política que el electorado y los políticos peruanos deben ver.

Todos los poderes daneses están reunidos en un mismo edificio; el castillo de Christiansborg, coloquialmente llamado "Borgen", que le da nombre a la serie

Las mujeres danesas protagonistas de la ficción y realidad danesa

Si bien Birgitte Nyborg es la protagonista central, Borgen cuenta con protagónicos también de gran nivel, como Katrine Fonsmark (Birgitte Hjort Sorensen), una joven y muy capaz periodista que entabla y mantiene una muy compleja relación con el asesor de la primera ministra, Kasper Juul (Pilou Asbaek), quien a lo largo de la serie es a veces amante, llega a ser esposo, luego exesposo, otras es una fuente, amigo, cómplice, consejero, todo eso y mucho más.
Para las mujeres de la serie, el avance y logro profesional, así como la dura pelea por hacer valer su posición, tanto en la discusión pública o en la agenda periodística televisiva, termina siendo una tarea imposible de equilibrio o equidad, por ningún lado suma cero. Se da entonces una relación inversamente proporcional en sus vidas, a más éxito profesional, menor o peor vida familiar, A mayor poder, menor amor. A manera de recordatorio del fracaso se muestra a Hanne Hom (Bernadikte Hansen), una mujer de personalidad muy aguda, veterana y tremenda periodista, pero en su incapacidad de tener una buena relación con su hija prefiere el escape del alcohol. Y es que las mujeres no lo pueden tener todo, parece ser el mensaje en cada episodio que nos deja el autor de la serie, el dramaturgo Adam Price.

"Las mujeres no lo pueden tener todo", parece ser el mensaje en cada episodio que nos deja el autor de la serie, el dramaturgo Adam Price.

El tratamiento de la cuestión género es clave en Borgen

El abordaje de la cuestión de género en la serie es interesante y se sale de los estereotipos y lugares comunes en la manera de mostrar en televisión la participación de las mujeres en política. El desarrollo profundo del personaje de la Primera Ministra Birgitte Nyborg eminentemente político, es retratado con gran capacidad de liderazgo, profesionalismo y dedicación, en una sociedad que, aunque relativamente avanzada en materia de equidad de género como es la danesa, perviven prejuicios sexistas y huelga la igualdad de oportunidades.
En los dos centros argumentales de Borgen destacan notablemente un conjunto de secundarios como Ben, el mentor y amigo personal de Nyborg; o Phillip, el esposo de la primera ministra, entre otros. El gran acierto de la serie está en mostrarnos a todos los personajes con sus luces y sombras, con sus complejidades, su moral, y la dificultad de ponerse de acuerdo en determinadas cuestiones de temas de debate político y humano tan reconocibles y actuales como la inmigración, el yihadismo o la manipulación de las carnes para consumo humano.

Notable ELENCO DE LA SERIE Borgen

Los personajes principales de la serie no se restringen a los roles arquetípicos del bueno y el malo, o héroe y antihéroe (más bien, heroína y antiheroína). Borgen no es tan simple. Los malos no son tan malos, ni los buenos tan buenos. La lideresa política, que por definición debería ser “la mala”, y la periodista idealista, que debería ser “la buena”, no siguen ese “deber ser”, y esa complejidad le da a la serie un carácter más humano y menos hollywoodense, cosa que no pasa con House of Cards, la serie más popular del género político gringo. “Es otra cosa”, como lo expresaríamos en términos muy peruanos.

La comunicación política muy danesa y muy lejana a nuestra realidad muy peruana, muy latinoamericana

A lo largo de las tres temporadas de Borgen, prácticamente en cada capítulo se focaliza en la comunicación política y la relación con los medios. Los agentes de prensa (director de medio, periodistas, conductores, asesores de prensa) son personajes claves en la narrativa, y hacen el trabajo “sucio” de índole maquiaveliana y a la vez tratando de mantener limpia su conciencia.
Las figuras de las periodistas Katrine Fonsmark, Hanne Holm y en particular el asesor de prensa Kasper Juul juegan un rol primordial en la serie y muestran como ninguna otra, el maridaje entre política, comunicación y medios (que también son empresas, con sus intereses). Todo muy danés, y esto quiere decir, muy circunspecto, diplomático y con un estándar de respeto y tolerancia bastante alto, inimaginable en la realidad nacional u otros países del Continente donde ya sabemos como son y se comportan los dueños de las empresas, de los medios de comunicación con el poder y viceversa, y la producción televisiva que ofrecen, sobre todo al hacer “política” muy doméstica.
Pero eso no quiere decir que el periodismo y los medios de comunicación daneses sean presentados en la serie como perfectos, impolutos. Hasta en eso Borgen acierta. En algunos pasajes se muestra a diarios con sus directores y periodistas sensacionalistas que no tienen escrúpulos en operar metiéndose en asuntos muy personales; para bajar o agrandar a tal o cual líder de partido, según los intereses de turno, o a políticos y periodistas que llegan a enamorarse, en medio del “toma y daca” de la información.

Un capítulo, un problema político concreto

Otro de los méritos a resaltar de Borgen es que resulta manifiestamente didáctica. Es como si estuviera dirigida al electorado, a los candidatos, a los miembros de partidos políticos o a quienes se encuentren constituyendo alguno, más allá de fines electoreros, sino para hacer política real. No se le escapa prácticamente ningún asunto de la vida y la teoría política. Es más, no considero exagerado afirmar que cada capítulo es una clase de Ciencia Política, al punto que se inicia con una frase de algún pensador o estadista célebre. Desde las campañas electorales, las encuestas, las elecciones, las internas, la rapiña por los cargos, la relación con los periodistas hasta las temáticas de política exterior, economía, género, medio ambiente y derechos humanos, pasando por la intervención de potencias extranjeras, las relaciones con ex repúblicas soviéticas, los presos políticos, los servicios de inteligencia, el espionaje ilegal, el gasto militar, la corrupción y el balance entre lo público y lo privado en la vida de los representantes políticos, entre otros temas, son relatados en cada episodio con una mirada humana, pero sin dejar de ser profundamente política.

Diferencias culturales en la ficción de Borgen que nuestra realidad nos trae de vuelta de un cachetadón

Luego de terminar de ver las tres temporadas de Borgen (felizmente Netflix ya anunció para el 2022 una cuarta temporada) quedan claras las tremendas y evidentes diferencias culturales entre la realidad política danesa y la nuestra. Lo primero es observar cómo la gente se dice las cosas a la cara con toda la franqueza que para nada aconseja o pone en práctica la hipocresía o conocida doble moral limeña (normal para nosotros). Lo segundo se trata de una ilusión: el Estado de Bienestar escandinavo en plenitud es una aspiración digna de envidia en estas latitudes. Y lo tercero es un asunto de nostalgia pura: Borgen nos lleva a nivel de añoranza, un sistema de partidos, con sus respectivas posiciones y ritmos ideológicos, pero siempre conversando, negociando, consensuando como práctica de gobierno.
Por eso, tras ver cada capítulo de la serie, luego de la ficción, la vuelta a la realidad de los espectadores a nuestra política peruana es a través de un tremendo sopapo y combo de deslealtades, traiciones, negociaciones bajo la mesa, chantajes, contubernios, prebendas, todo eso fingiendo a través de las formas, que siendo y reconociéndolas falsas, no nos molesta para nada, “normal no más”; soportar nuestro subdesarrollado Estado, paralizado en todos los niveles; incapacidad e ineficiencia de gestión púbica artrítica crónica; y nuevamente en unos meses ser espectadores televisivos y en demás medios de comunicación peruana de nuestra asistencia a un proceso electoral por el botín del poder mediante vientres de alquiler, que ofrecen como alternativa más de lo mismo para la Presidencia de la República y con seguridad, para un “nuevo” Congreso. Por eso, solo queda nuevamente decir: #ElPanoramaEsDesolador.



Escrito por

Herless Alvarez Bazán

Trabajador textual por pago o por placer, sobre temas de ciencia, ecología, sociedad y cultura. Runner de caminos nuevos o no transitados.


Publicado en

ConCIENCIA

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