CUANDO EL BIEN COMÚN NO SOLO SE PREDICA SINO SE PRACTICA
Otro punto de la larga lista de cosas que tienen que cambiar luego de la pandemia.
En medio de la viralización de información apocalíptica y pesimista, de un lado; de memes con bromas de todo calibre, dramatismo y cursilería, del otro extremo; y claro, de publicaciones falsas y mal intencionadas, esta semana la decisión de darle uso a la plaza de toros de Lima, Perú, como un lugar de refugio temporal para numerosas personas que no tienen además de cobijo, alimentos, agua y baño, un lugar de cuidado y protección (derecho humano) en estos tiempos de cuarentena fue no solo tendencia en redes sociales, sino una gran decisión hasta el momento de esta lucha contra el COVID-19.
Acho (en realidad el término castellano es hacho), el coso de toros de Lima (la plaza más antigua de Sudamérica y la tercera en el mundo) pasó de significar originalmente “sitio elevado…” (1) y literalmente lugar emblemático de la denominada clase “alta” limeña, a llamarse ahora “la casa de todos”.
Si fue iniciativa de la Beneficencia de Lima (propietaria de Acho) o de Jorge Muñoz, alcalde capitalino eso es lo de menos, lo central es lo trascendente de la decisión. Demostrar que el bien común además de enunciarlo hasta el manoseo y hartazgo, sí se puede llevar a la práctica. Cuántos y cuántas veces repetimos como disco rayado que en Lima (y en general en el país) no existe la cultura y el principio del bien común, y en aquellos lugares donde queda algo (plazas, parques, la playa, las lomas costeras, baños y demás servicios públicos) no lo respetamos y nos encargamos de destruirlo.
Por eso no sorprende que La Asociación Cultural Taurina del Perú (ACTP) no solo haya mostrado su oposición respecto a lo sucedido con Acho, sino que ha denunciado al alcalde Muñoz argumentando que se trata de un recinto patrimonio cultural y por consiguiente no está preparado ni responde a otros fines. Sin embargo, los miembros de la ACTP olvidan que Acho en sus 254 años de antigüedad cumplió con fines sociales, por ejemplo en 1816 empiezan las corridas de beneficencia, donde lo recaudado se destinó a hospitales y asilos; en el periodo de 1821 y 1826, primero el general San Martín y luego Bolívar dispusieron que el coso de Acho, no solo sus instalaciones, sino el dinero que recaude sirva para la causa de independencia del Perú.
¿Cuántos otros bienes públicos que son parte del bien común en Lima y en el resto del país podrían sumarse a lo que se ha hecho con la plaza de toros de Acho? Es más, ¿cuántos bienes privados en situaciones extremas como esta pandemia que necesita de todos podrían estar al servicio del bien común?
Hace unos días empresas tan cuestionadas como entidades bancarias hicieron donativos de millones de soles. Recordé entonces lo que me dijo una vez un sacerdote misionero en una de mis tantas experiencias de trabajo de campo al interior del país rural, pobre y siempre abandonado: “Donar dinero no ayuda a un pobre, lo hace visible para los que no quieren o no pueden verlo”. Estadios de futbol (clubes como Alianza Lima y Universitario de Deportes ya pusieron a disposición sus instalaciones) y otro tipo de instalaciones, incluso infraestructura y equipamiento tendrían que sumarse de manera decisiva a las acciones que viene tomando el gobierno tanto central, regional y local.
"Donar dinero no ayuda a un pobre, lo hace visible para los que no quieren o no pueden verlo"
Sin embargo, a pesar del anuncio del Presidente Vizcarra de llevar a cabo un programa nacional público de educación virtual y a distancia a partir del próximo 6 de abril para que nuestros niños y adolescentes no se vean más afectados en sus estudios, hasta el momento solo cuenta con la disponibilidad de la señal y la infraestructura de transmisión de la radio y televisión estatal, así como de una sola cadena radial privada.
Incluso, la propuesta de programa viene siendo criticada, “¿cómo se va a llevar a cabo si no estamos preparados?” se empezó a escuchar en programas televisivos y radiales, pero desde el lado de esos medios de comunicación privados no hay una sola palabra de ponerse a disposición. Por cierto, la señal o espectro electromagnético que utiliza la radio y televisión privada es pública, de todo el país.
De vuelta al caso de la plaza de toros de Acho, el ejemplo de que sí se puede ya se demostró, que no sea solo una noticia “viral” o que corresponda nada más a la emergencia. Pasemos de una posición o lugar “alto” desde donde unos cuantos ven a los demás, a la casa o el lugar de todos, es decir el bien común. Esto y muchas cosas tienen que cambiar luego que pase la pandemia y si no lo hacemos no habremos aprendido nada y la siguiente vez será peor.
(1) Real Academia Española y Asociación de Academias de la Lengua Española (2014). Diccionario de la lengua española (23.ª edición). Madrid: Espasa. ISBN 978-84-670-4189-7. Consultado el 2 de abril de 2020