Luego de correr años en asfalto y hace un mes de saltar (¿al vacío?) hacia la montaña para iniciarme en el trail, nuevamente me dejé seducir por la naturaleza, esta vez la playa, qué tales ganas de pisar la arena, mirar las olas meciéndose y marcando mis pasos, la brisa del mar por momentos refrescándome pero también impulsándome para seguir hasta la meta. 

El destino fue Huarmey, ciudad portuaria del litoral centronoreste del Perú, capital de la provincia del mismo nombre, ubicada en la región Ancash, a unos 297 km de Lima. El lugar de la partida para los 12k del Ecotrail Huarmey 2020 no podía ser otro que el balneario de Tuquillo (a 10 minutos de Huarmey) conocido en el Perú como la piscina del Océano Pacífico y considerada una de las mejores playas del país, por su paisaje, donde predomina lo natural (las casas y restaurantes son desmontables y funcionan solo en época de verano); mar tranquilo y limpio, aguas frías pero agradables; y sobre todo por su muy buen estado de limpieza, conservación y sostenibilidad, sumado a un acceso desde la carretera Panamericana por vía asfaltada.

“El lugar de la partida para los 12k del Ecotrail Huarmey 2020 no podía ser otro que el balneario de Tuquillo conocido en el Perú como la piscina del Océano Pacífico y considerada una de las mejores playas del país”

Un poco más de 100 privilegiados corredores partimos desde Tuquillo, atravesamos la playa y una pasarela de veraneantes nos abrió paso entre el aliento y la extrañeza (“estos locos que corren” seguro habrá dicho más de uno al vernos pasar en una mañana de sol intenso y temperatura bordeando los 30°C).

La RUTA DE LAS PLAYAS del ecotrail Huarmey

Menos de 1 km y el primer cerrito rocoso de unos 20 metros de altura y bien empinado obliga a la mayoría a bajar el ritmo hasta parar y empezar a trepar pasito a paso. Una vez desde arriba no importa el esfuerzo, la vista, una ensenada, mar interminable, el movimiento de las olas, como encantamiento de sirenas nos envuelve para seguir y saber que será un recorrido de 12k de trail mágico.

La ruta continúa con dirección hacia el circuito de playas de Tuquillo. Maracaná, Antivito y Salinas, 3 de las primeras 8 a la vista. De lejos pensé que sería fácil recorrer esos kilómetros lineales de litoral que parecían una alfombra extendida paralela al mar, hasta que en ciertos tramos cada paso se hundía en la arena fina obligando no solo a bajar el ritmo, sino a incrementar el esfuerzo, sin embargo luego vendrían tramos amortiguados de arena compactada para retomar el paso y recuperar el ritmo. Y es que la playa tiene su propio “no pain, no gain” para los corredores. Vino el segundo, tercer y cuarto cerrito, unos acantilados de rocas otros de arena, hasta que desde la cima del quinto y último promontorio una alentadora vista, 5 km finales de una franja de arena continua y de fondo el puerto de Huarmey, lugar de la llegada.

“Y es que la playa tiene su propio “no pain, no gain” para los corredores”.

Atravesamos playa la Honda y sus cangrejos carreteros que más que esquivarnos por momentos parecían apurarnos el paso; luego las playas Peje Sapero, Boca del diablo y El Rincón, en medio de otra pasarela, pero esta vez no de gente, sino de guanayes (aves guaneras), que vinieron desde su hábitat en isla Manache y con sus graznidos parecía que nos alentaban a su manera.

eL GUANAY (CORMORÁN) Y EL CANGREJO CARRETERO .

Cuando todo indicaba por fin la ansiada meta, nos esperaba una sorpresa más, atravesar el delta o desembocadura del río Huarmey, mojarse hasta los tobillos y experimentar el encuentro de aguas dulce con la salada más la arena como una forma no solo de recuperar el cuerpo del esfuerzo hecho, sino también el alma. A unos escasos metros ahí estaba el cruce del arco de llegada que le puso fin a la carrera pero no a esta especial e inolvidable experiencia.

Más que la medalla y el tiempo que hice en la carrera, me quedo y llevo como valioso premio 3 reflexiones importantes. Pensé que solo en la montaña podría permanecer y correr placenteramente, pero acabo de descubrir la playa, donde se puede correr con el sabor del mar y el aire sin contaminación, con una sensación de libertad y el pensamiento fresco y calmado.

respirando EL AZUL PROFUNDO DE LAS PLAYAS DE HUARMEY

A lo largo de los 12 km recorridos descubrí que además de los grandes sonidos de la naturaleza como son la lluvia, el viento en la montaña y el canto de las aves, escuché nítidamente al océano en la playa.

“Ya no corro, le salieron alas a mis zapatillas. Mi cuerpo corre, navega, por el aire flota”.

Me voy convencido de que el ecosistema marino es un milagro en medio de tanta agresión a nuestro ambiente; el litoral a veces playa, lineal, curvo o en forma de promontorio de dunas, médanos, acantilados o cerros para subirlos y bajarlos, en cada grano de arena me hicieron pensar en el origen y la historia de este pedazo del Planeta como son el litoral y las playas de Huarmey. Y sobre todo, ya no corro, le salieron alas a mis zapatillas. Mi cuerpo corre, navega, por el aire flota en la playa.